A viva voz y con un megáfono, Peter Demicheli les aconsejaba a los inmigrantes, que los vecinos estadounidenses estarán realizando vigilancia nocturna, y que arrestarán a todos quienes salgan del perímetro del refugio a partir de las once de la noche.

Pero fueron en las protestas del viernes que tres manifestantes locales resultaron arrestados.

El malestar de la comunidad, llega luego que el viernes el concejal David Carr pidiera a la oficina de manejo de emergencias que implemente una orden que rija en todos los refugios de la ciudad.

El legislador ideó un límite de salida, es decir que a partir de las 11 de la noche deben permanecer dentro de las instalaciones y no salir por nada a la calle, en otras palabras, un toque de queda.

“El alcalde ha decidido que pueden traer a nuestro vecindario a 300 indocumentados, sin huellas de identidad que han cruzado la frontera ilegalmente, justo al lado de una escuela de niñas, quienes ya mismo comienzan clases. No lo vamos a permitir, protestaremos para decirles que no los queremos en nuestro condado, ni en nuestro pequeño vecindario”, dice el residente de la zona Peter Deamicheli.

El viernes luego de una demanda, un juez prohibió el traslado de los inmigrantes a esta ex escuela católica, sin embargo, la ciudad apeló el fallo y quedó sin efecto la orden del juez, por lo que la ciudad continuará trayendo a los inmigrantes a este lugar, que se espera de cabida a unas 300 personas.

Como esta pareja de venezolanos, quienes dicen temer por su seguridad, luego de recibir insultos y ofensas por parte de algunos vecinos del lugar.

Alejandra Raaz, es una inmigrante venezolana y así opina:

“Entonces por unos pagamos todos como dice el dicho, pero realmente no sé, yo opino que las personas deberían tener un poquito de consideración. “Es que nosotros no vinimos acá a hacer nada malo, únicamente tener un techo donde dormir, donde llegar del trabajo y descansar, y mientras uno va evolucionando en este país, porque tampoco es que vamos a vivir todo el tiempo del gobierno.”

Ellos dejaron a sus tres hijos en Maracaibo, Venezuela.

“Se llama Gerald Rojas, si yo lo extraño mucho, yo quisiera que estuviera aquí conmigo, pero yo no me lo podía traer por esa selva, mucho peligro, pero yo hubiese querido traerle a mi hijo para acá”, continúa diciendo.

Wulberto Jesús Fernández, inmigrante venezolano agrega:

“No todos somos malos como dicen por ahí, somos inmigrantes buscando un sueño, buscando estabilidad, para ayudar a nuestra familia, y me parece injusto pues que la gente pienso o quiera discriminarnos pues.”

La próxima audiencia en corte para tratar este caso se llevará a cabo el próximo 6 de septiembre, mientras tanto acá continúan las protestas en contra de los inmigrantes.

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